El Globero/El Globero Cinéfilo

Modern Times (Tiempos Modernos)

Modern Times (Tiempos Modernos) – 1936
Director: Chrales Chaplin
Guion: Charles Chaplin
Producción: Charles Chaplin (Charles Chaplin Productions)
Dirección de fotografía: Ira Morgan y Roland Totheroh
Dirección de arte: J. Russel Spencer
Música original: Charles Chaplin
Reparto principal: Charles Chaplin, Paulette Goddard, Henry Bergman, Tiny Sandford…
País: Estados Unidos
Imagen: 1.37:1 Blanco y negro
Género: Comedia

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Contexto:
Tras la gran depresión iniciada en 1929, a lo largo de los años 30, se persigue una lenta recuperación económica. Los años 30 son unos años de desempleo, pobreza, hambre y nuevas ideas. Esta situación llevará a Hitler o Mussolini al poder en Alemania e Italia respectivamente, mientras Franklin Delano Roosevelt lidera la recuperación económica en Estados Unidos. Es una década de gran inestabilidad económica, que deriva en inestabilidad política y que se resuelve con la segunda guerra mundial. En este tiempo las nuevas técnicas de producción y el aumento de la productividad son esenciales… Como dice la película: “ ‘Tiempos Modernos’. Un tiempo de industria, de iniciativa individual – una cruzada de la humanidad en busca de la felicidad.”

Análisis:
Es muy significativo que la primera imagen de una película cuyo título es ‘Tiempos Modernos’ sea la de un reloj. La modernidad depende del tiempo y a la vez es esclava de él.
La película comienza, al más puro estilo Eisenstein, mostrando a una agolpada muchedumbre de trabajadores como una rebaño de ovejas acudiendo a su trabajo. La supresión de la identidad, la alienación del trabajador. Al fondo, mastodóntica, aparece la fábrica, como gran palacio de los tiempos modernos. De igual modo, se buscan los ángulos y perspectivas necesarias para mostrar la maquinaria del interior lo más grande posible, de forma que los trabajadores parezcan aún más pequeños e insignificantes. Sin embargo, apartado del resto en su despacho, el presidente de la compañía se nos presenta al estilo del cine soviético, ocioso leyendo el periódico o haciendo un puzzle. El montaje se intercala buscando la comparación entre uno y otros. Buscando la reacción del espectador. El afán de este presidente moderno no es la dirección, sino el control. La tecnología puesta a disposición de la vigilancia del proceso productivo. En la cadena de producción el ritmo es frenético, una acción repetida hasta la saciedad a una velocidad extenuante. Si hay que incrementar el ritmo de producción se incrementa. El trabajador es una pieza más del engranaje que, si se estropea o agota, puede ser fácilmente reemplazable.

Es importante la figura del capataz, que asegura que el trabajo se lleve a cabo adecuadamente, es el látigo que obliga a los trabajadores a seguir trabajando al ritmo adecuado, aunque, si en vez de capataz, hubiera un trabajador más, el trabajo sería más fácil de hacer. La película lleva esta situación a la parodia del absurdo, donde el trabajador no tiene un segundo de respiro o la cadena se viene abajo. Esta parodia risible tiene un doble efecto, pues muestra la realidad de una forma eficaz, pese a la exageración, y camufla la crítica al sistema dentro de la risa. Dentro de ésta también se introduce la tensión y crispación de los trabajadores producto del sistema de trabajo, donde un error de uno pone en peligro el trabajo de todos. Lo que produce peleas y recriminaciones entre ellos.

Charlot sufre convulsiones que reproducen el gesto que hacía en su trabajo. De nuevo un gag que expone cómo la vida laboral del trabajador llega a subordinar, dominar y anular el resto de la vida del mismo. No hay tiempo para el respiro, los trabajadores están vigilados, incluso para ir al baño tienen que fichar.

Para toda esta caricaturización del mundo industrial es esencial que Chaplin optara por el cine mudo, aunque el cine sonoro llevara varios años produciéndose. De un lado el cine mudo es mucho más expresivo en el gesto del trabajador y, al dotar únicamente de voz al presidente de la compañía, confiere a éste una superioridad sobre los trabajadores como la que el propio cine sonoro estaba cobrando sobre el mudo. (Esto, sin duda, es una crítica de Chaplin al sonoro, ya que era un vehemente defensor del cine mudo. Y tiene mucho que ver, pues el cine sonoro fue una iniciativa empresarial del presidente de la Warner y luego de otros directivos y no una iniciativa artística de ningún equipo cinematográfico. Ahonda en la diferencia de motivaciones entre el directivo y el trabajador). Chaplin no dota de voz, por tanto, al vendedor de un artilugio que ha de alimentar a los trabajadores sin que dejen de trabajar, sino que una maquina hablará por él. Pone en evidencia lo mucho de absurdo que acompaña a la modernidad y la derrota del cine ante el discurso hablado.

No obstante, en el discurso de la maquina, se habla de competitividad, lo que nos introduce a la verdadera gobernadora del mundo industrial y catalizadora de toda la situación de explotación descrita en la película. La maquina no sirve, no porque sea absurda, sino porque no es práctica. El estrés, enfermedad propia de la modernidad, acaba enloqueciendo al trabajador obsesionándolo con cumplir su trabajo. Charlot tragado por la máquina sigue cumpliendo su tarea apretando tuercas dentro de ella. Es la supresión definitiva de todo lo que no sea trabajo para el trabajador. La alienación total llevada al paroxismo, apretar una tuerca.

Charlot, por su crisis, debe evitar las emociones fuertes, sin embargo la ciudad moderna está llena de aglomeraciones y, de nuevo, estrés. La modernidad persigue a sus víctimas donde quiera que estén.

Las manifestaciones son reprimidas, cualquier insubordinación aplastada. Así el trabajador no tiene opciones. Los directores, la productividad, la competitividad y la modernidad siempre triunfan.

Sin embargo, lo anti-sistema (de nuevo terminología muy posterior que encaja a la perfección) se encarna en la golfilla. La pequeña delincuencia como medio de subsistir al sistema establecido. O la última alternativa para las familias de los desempleados avocados a la pobreza más absoluta. La consecuencia del sistema económico, empresarial e industrial. “El desempleado que permanece mucho tiempo inactivo acaba entrando en una espiral de fatalismo, que desemboca en la ruptura de sus relaciones afectivas, aislamiento y crisis de identidad”. En ese contexto Charlot prefiere la comodidad de la cárcel a la incertidumbre de fuera. La alienación corrompe hasta tal punto la libertad que la convierte en algo prescindible. La otra alternativa es el mundo de la total libertad al margen de la ley. Sea como fuere, escapar de las garras del sistema. Ya que la modernidad no ha llegado a las casas de lo obreros que han de vivir entre ruinas. Por lo que los tiempos modernos son tiempos de huelgas, protestas y demandas de igualdad. Y da igual que los protagonistas encuentren su lugar dentro del sistema, porque éste se acordará de ellos y no les dará oportunidad. Al fin y al cabo, el juego de la modernidad es un juego de subsistencia.

Contexto de recepción:
El éxito de esta película es que, al ser una comedia, está al alcance de todos los públicos. Por lo que la crítica honda y suspicaz que desprenden todos los gags que la componen puede llegar en mayor o menor medida a un gran espectro de población.

Del mismo modo la comedia puede filtrar contenidos, que otros tipos de película no podrían, a través de la censura de los estudios. Pero, pese a ser una comedia, la película retrata las miserias de una época y las injusticias y represión propias de la misma con una efectividad digna de un película política. De hecho, el personaje protagonista está continuamente participando en protestas sindicales, aunque nunca voluntariamente. Este hecho permite una no identificación directa con las protestas, pero sí una vinculación emotiva con las mismas.

Chaplin logra con la parodia, como lo haría más adelante con ‘El gran dictador’, una crítica despiadada al sistema capitalista y al sistema de organización industrial. Es una gran ilustración visual de la teoría de Karl Marx sobre la explotación de la clase obrera y la identificación de ésta como clase. Sólo que Chaplin lo hace de tal forma que, sin llegar a ser sutil, camufla su contenido crítico en el gag cómico, convirtiéndolo en factible y producto de consumo para el gran público. Luego esto le supondría problemas con el mccarthismo y la caza de brujas.

Posiblemente esta película, junto con ‘Las uvas de la Ira’ de John Ford, hayan sido las que mejor han ilustrado la gran depresión, los problemas de la recuperación económica y las protestas sindicales. Todos ellos problemas esenciales de la modernidad capitalista.

Utilidad histórica:
En primer lugar, esta película, 73 años después de ser rodada, supone un documento histórico sobre los años 30. Es un retrato paródico y burlón rodado en estudios, por lo cual lo que vemos es una representación de lo que eran aquellos tiempos. Pero el valor sociológico reside en que es un visión de la gran depresión vista desde los propios años 30. Con el valor añadido de que es una imagen compuesta por Charles Champlin, uno de los mayores genios de la historia del cine y uno de los creadores más críticos y mordaces del séptimo arte.

Como retrato histórico ilustra una realidad laboral sobre la que escriben muchos teóricos de la sociología, empezando por Marx, e introduce la forma en la que se producen los procesos de protesta y de acción anti-sistémica. Además de, con una maestría innegable, retrata una gran colección de patologías derivadas de la modernidad y del sistema de producción propio de la misma, muchas de las cuales no serían identificadas y denominadas hasta mucho tiempo después. Por lo tanto, esta película es un compendio de ilustración, deconstrucción, análisis y crítica de un momento histórico y proceso de cambio, cuyas consecuencias aún vivimos.

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