El dogma, con su voto de castidad, proponía un modelo de hacer cine. Y detrás había una serie de ideales que empujaron el proyecto hacia delante. Depende de la interpretación de cada uno si atender a las reglas propuestas o intentar comprender lo que se perseguía con ellas. Los “hermanos” del dogma afirmaron reiteradamente, pese a las irreverencias de Von Trier, que las normas que ellos se habían impuesto eran un reto para hacer un tipo de cine diferente y tratar de girar el rumbo que seguía el cine desde hacía muchos años. Animando a cada cual a imponerse sus propias reglas.
Indudablemente detrás de todo había un juego, probablemente una apuesta entre los directores para ponerse a prueba con sus trabas. Pero el juego, el manifiesto fabricado en media hora por unos borrachos, cobró fama, por la exposición que hizo de él en Paris Lars Von Trier y 3 años después por la exhibición exitosa de las primeras películas. Entonces, uno de los puntos se vio definitivamente violado, el anonimato del director. Y el manifiesto se convirtió en un excepcional medio publicitario que no desaprovecharon.
Cabe reflexionar si ese era el objetivo inicial del manifiesto. Pero es complicado, pues era difícil prever la fría recepción que iba a tener el manifiesto y el “boom” que supuso el estreno de las primeras películas. Cabe pensar más en una propuesta de vanguardia por parte de Lars Von Trier que gusta de introducir aspectos, innovaciones o teorías nuevas en cada uno de sus filmes.
El éxito de “Celebración”(Festen), la polémica de “Los idiotas”(Idioterne) y el éxito en menor medida de “Mifune”(Mifune sidste sang) abrieron las puertas a muchas otras que adoptarían también el sello dogma, sin embargo el dogma ya no funcionaba. Los movimientos anárquicos de cámara de “Los idiotas”, la imagen borrosa pero increíblemente bella de “Celebración”, no tenían sentido en obras como “Italiano para principiantes”. Las preguntas que el espectador no se hacia viendo las primeras películas si se planteaban con las demás. Quizá el espíritu del dogma se había perdido entre el medio y el fin, o se hacían películas siguiendo las reglas pero sin atender al ideal original. La película “Julien-Donkey boy” de Harmony Korine hizo modificar la forma de entregar el certificado dogma, ya no serían los “hermanos” quienes en reunión juzgaran qué película había seguido las pautas del dogma, sino que sería el director de cada film el que decidiría si su película era dogma o no. Harmony Korine había seguido el manifiesto a su manera, siguiendo las pautas pero obviando el fin del voto de castidad, así que los fundadores decidieron liberarse de la difícil tarea de definir qué era y qué no era dogma.
Pese a que el tema de las películas no estaba sujeto a norma alguna, nos encontramos con tres películas profundas, reflexivas, sociales y muy bien contadas. Que atrapan al espectador e incluso le hacen olvidar que la imagen que ve no es convencional. El resultado es un film realista que era lo pretendido por el decálogo. Sin duda una parte clave de su éxito está ahí y no en el dogma y puede ser que sea la clave de que otras no hayan funcionado.
Está claro que la intención del dogma era hacer un cine más real, cercano y para nada artificioso. Y aunque no estuviera en las normas, las películas contarían historias reales de ahora. Sin embargo “el voto de castidad” agrupa normas que si pueden ser tomadas como referente y otras que hay que dejar sólo para el experimento dogma:
La propuesta de decorados naturales es valida, así como el sonido directo para dotar de realismo a las obras. Claro está, tomando este principio de una forma menos estricta de lo planteado en el dogma. Lars Von Trier rodará “Bailar en la oscuridad”(Dancer in the dark) en buena parte en escenarios naturales en Suecia, aunque el manifiesto le hubiera obligado a hacerlo en los Estado Unidos. Pero para ilustrar mejor su intención, tenemos “Dogville”, donde gira por completo basando la obra en un decorado estéticamente artificial. Da igual por donde se esquiva la convención, la cuestión es rehuirla.
Lo mismo sucede con la cámara al hombro, fue una suerte descubrir la funcionalidad de la cámara de video, pues rodar con una cámara de cine al hombro podía llegar a ser una tortura para el operador, sobe todo en las intensivas jornadas de rodaje del dogma. Sin embargo si tomamos la película “Bailar en la oscuridad” como referencia para ver lo que queda y lo que no queda del dogma, encontramos que salvo las escenas musicales, rodadas hasta con 100 cámaras fijas, el resto se hizo cámara en mano. Así pues la estética, el don de meter al espectador entre los personajes llevándole cámara en mano parece funcionar.
El cuarto punto del manifiesto dice que se deberá trabajar en color, nunca en blanco y negro. Esto respondía a que se trataba de una opción estética que transformaba la realidad, digamos que un punto extremo para radicalizar el planteamiento. Era una opción tomada por los “hermanos del dogma” pero que no debía ser importante a la hora de filmar. Lo que se trataba de decir es que dotar a una película de una estética no prevaleciera sobre lo que se quería contar. Obviamente luego habría que elegir una estética para el film. Más importante era lo referente a la iluminación. Prohibir la iluminación extradiegética era una locura que dio mucho juego a la estética dogma pero que no habría que plantear al pie de la letra. Sino más plantearse no caer en un exceso de iluminación, o más bien en una dependencia de la iluminación… Demostrado quedaba la funcionalidad y realismo de las imágenes sin luz añadida.
La no utilización de efectos especiales es parte esencial, no sólo del decálogo, sino de la ideología que se perseguía. Había que acabar con la supremacía del efecto sobre la historia. Así como el uso de filtros o el tratamiento de imágenes, pero siempre entendiendo que el manifiesto era un extremo y que lo importante era que la película no dependiera de estos aspectos.
La prohibición de acciones superficiales y crímenes que tanto juego dio a Vinterberg era parte del reto, del juego de hacer una película siguiendo las normas, pero ya se desecha en Bailar en la oscuridad y no tiene sentido limitar la trama, si cabe, la forma de contarla.
El punto siete, las alteraciones de tiempo y espacio están prohibidas, la película ocurre aquí y ahora, depende de la interpretación. Cabe plantear si “Bailar en la oscuridad” rompe esta norma o la respeta aunque esté ambientada hace 50 años. Si está destinada a prohibir las películas que no transcurran en la actualidad o si se refiere sólo al juego con los saltos temporales y espaciales en la narración del film. En todo caso estamos con un punto más acorde al reto que al ideal, aunque siempre dependiendo del nivel al que nos pongamos. Ya que una película como la guerra de las galaxias estaría prohibida claramente por este punto.
Decía Vinterberg, las películas de género no son admisibles, pero cómo evito hacer yo una película de genero. Si bien se puede entender el punto como una negación al sistema americano que clasifica, delimita y encuadra cómo debe ser una película según el genero, sería complicado para el cineasta rehuir aspectos de un genero u otro. En este caso habría que remitirse de nuevo al ideal, saber que no se quiere hacer y a partir de ahí obrar…
El formato de 35mm se planteaba como un rescate de la calidad, sin embargo con el avance de la calidad en el video digital precisamente han sido pioneros en el dogma en el uso de este sistema que ha acabado siendo parte del emblema del movimiento, aunque luego todas las películas se pasasen a 35mm para respetar el código.
Y respecto a que el director no aparezca en los créditos, aunque fuera un recuerdo de que el cine es una labor de conjunto, etc… Ha quedado demostrado que el firmar la obra puede ser rentable en cuanto al rendimiento publicitario que se le puede sacar, sobretodo tratándose de películas de bajo presupuesto.
Analizados los puntos se demuestra que ninguno es imprescindible, ni supone un cisma o un nuevo referente para hacer cine. Es el manifiesto en sí, muy influenciado por Godard, por la nouvelle vague, por todo movimiento en contra del rumbo establecido, lo que hay que entender, y a partir de él, con sus propios principios y normas, el cineasta debería buscar su forma de hacer cine.
Ninguno de los firmantes ha mostrado interés en repetir, por ahora, película dogma. ¿Qué sentido tendría volver a hacer lo que ya han hecho? La frescura de la imágenes cuyo formato obligaba el manifiesto se volvían injustificadas, vanas e incomprensibles en filmes posteriores y una alargada sombra de la copia y la falta de originalidad se extendía sobre aquellos que trataban de hacer dogma. Y en el año 2002 un comunicado ponía fin al cine dogma animando a quien quisiera a hacer dogma o a inspirarse en él, pero bajo su propio criterio. Ya no existiría más el sello dogma.
El cine necesita de una revolución, y habría que plantear si el dogma ha fracasado por un fallo en su concepción o porque no se ha sabido entender… En todo caso la ola danesa no llegó más allá de un puñado de películas que se pueden contar con los dedos de las manos… Y el cine, muchos años después del lanzamiento del manifiesto dogma, sigue necesitando de una revolución que lo rescate del mundo de los efectos especiales para devolverlo al mundo de la narrativa.
Festen(Celebración, Thomas Vinterberg):
Celebración nace de una idea muy sencilla, una noticia escuchada por el director, Thomas Vinterberg, en la radio y el compromiso de desarrollarla en una película bajo las normas del dogma. La idea y la forma fluyen a lo largo del film entremezclándose y ayudándose en una historia descarnada, con brillantes diálogos y un humor de fondo increíblemente sutil y directo contra ciertos aspectos de la sociedad danesa.
La película nos presenta a una familia adinerada de Dinamarca que posee una mansión que explota a modo de hotel. La familia entera, familiares lejanos y amigos incluidos, se reúne en el hotel para celebrar el sexagésimo aniversario del patriarca. Y sus tres hijos vuelven a casa para la ocasión. Sobre todos planea la sombra de la reciente y voluntaria muerte de otra hija. Y la fiesta se vuelve una pesadilla cuando el hijo mayor empieza a contar historias incestuosas sobre su padre. La tensión y la contención obligada del dogma van conduciendo los acontecimientos hacia la verdad…
Y esa contención resultante de cumplir algunos puntos del voto de castidad hacen que el desenlace y el trascurrir de los acontecimientos se vuelvan brillantes e innovadores.
Cumple los puntos del voto de castidad y para ello juega con la historia que cuenta y con los recursos que dispone, donde las imágenes quizá imperfectas pero muy bellas, ayudan a hacer más intima la película, a hacer más agobiante al salón donde todos los invitados se encuentran “encerrados” y dota de una realidad innegable a las escenas colaborando indudablemente en la sordidez de los acontecimientos. El respeto a los puntos que prohíben las acciones superficiales, así como los crímenes conduce a la película en busca de otros aspectos que le den un final, los cuales, hallados con éxito la confieren una gran frescura.
En un momento de la película la cámara golpea a un actor, en un papel bastante violento, este responde golpeando a la cámara obteniendo una solución orgánica, novedosa y resultona. Thomas Vinterberg lo plantea desde un comienzo como un reto, un juego en el que debe contar su historia respetando las condiciones del dogma, con ese fin reúne en la mansión donde está ambientada la trama al reparto y a los extras durante varias semanas ya que el racord de sonido y la obligación de que éste sea grabado en directo le obligan a que todos los participantes en la fiesta estén presentes en todo momento. Juega primero con una potente iluminación solar y por la noche filma planos muy oscuros recurriendo a velas antes que a la iluminación propia de la casa.
La película fue rodada con una cámara de video digital, para luego ser pasada a 35mm para cumplir el manifiesto. El uso de esta cámara, del tamaño del puño cuentan, abrió el camino al video digital como parte común de las películas dogma y medio barato para rodar. Siempre con la premisa de ser pasado a posteriori a celuloide para mantener un mínimo de calidad. Curiosamente, comenta el director, que el reducido tamaño de la cámara hacía que ésta se despistase para los actores que dejaron de actuar para la cámara y hacerlo para la escena… En la primera exhibición de “Celebración” en el festival de Cannes el proyeccionista abrió las cortinas que cubrían la pantalla e inmediatamente después las volvía a cerrar. Se daba cuenta de que no las debía ajustar al formato Academy. Era la primera irrupción del dogma.
La película trata un tema difícil como es el incesto y lo hace utilizando los medios del dogma y sin embargo se convirtió en un éxito indiscutible en Dinamarca, superando en taquilla a películas como Titanic y calando en la sociedad danesa con una historia excepcionalmente bien contada. En el extranjero ganó la palma de oro de Cannes y abrió el camino al dogma para ser conocido a nivel mundial como una nueva opción para hacer cine.
Idioterne (Los idiotas, Lars Von Trier):
Es difícil plantearse la película “Los idiotas” sin el manifiesto y es difícil imaginarse el manifiesto sin “Los idiotas”. Y no porque su creador sea el principal impulsor del manifiesto, Lars Von Trier. Sino porque es imposible saber qué fue antes, el dogma o la idea de esta película. Y es que los puntos del manifiesto, las incorrecciones y fallos deliberados de la película forman parte de las idioteces del film. Ya que a Lars Von Trier no le bastaba con hacer una película sobre personas que simulaban ser idiotas sino que necesitaba hacer parecer que ésta estuviese hecha por idiotas. Y el manifiesto es un perfecto punto de partida para lograr esto. Sigue el voto de castidad de forma estricta, salvo en dos puntos, utiliza una cámara de video, aunque posteriormente se pasará a los 35 mm, e introduce, durante unos breves segundos, una canción que no forma parte de la escena en que aparece(aunque me parece recordar que la primera vez que vi la película si que aparecía una persona tocando en pantalla, sin embargo en la versión que he visto ahora no aparece así y es que hubo algunos problemas con la edición del film por parte de la productora…)
La película trata sobre un grupo de personas que simulan ser retrasados como forma de juego, como protesta ideológica anti-burguesa y al final como una propia forma de vida, de liberación personal. Tras ellos quedan las razones ocultas de cada cual, que les había llevado a tomar parte de la farsa.
Los decorados reales, el sonido rodado en directo junto a la imagen sin iluminación añadida, la cámara en mano y la carencia de artificios dota a las escenas de un realismo e intimidad complicados de entender de otra forma. Además Trier se despreocupa por que aparezca el micrófono reiteradamente en pantalla, el cuadro no esté depurado y a veces se mueva alocadamente. Incluso en una imagen aparece él mismo reflejado con la cámara de forma tan discreta como intencionada. La genialidad es que todo esto se acepta a la hora de ver la película cómo algo más de las cosas que la componen.
Trier se plantea sólo como un juego el tema del manifiesto, la posibilidad de plantearse una serie de normas que creen una nueva forma de hacer películas, sin que por ello deba ser estricta, aunque en este caso el voto de castidad si lo sea. Este interés del director se confirma en la película “Cinco condiciones”. Y cuándo le acusan de haber quebrantado la prohibición de introducir alteraciones en el tiempo, alega que el manifiesto es una cuestión de interpretación de cada uno…
Lars Von Trier demuestra quizá que el manifiesto no es más que un juego, un pretexto o una burla para lograr uno más de los experimentos que hace en cada una de sus películas. Sería interesante saber qué impacto, repercusión y entendimiento tendrían “Los idiotas” sin la introducción que supone el manifiesto. Y si no es éste un medio para que goce la película de sentido…
Mifune sidste sang(Mifune, Soren Kragh-Jacobsen):
Soren Kragh Jacobsen se plantea el reto de hacer un película dogma normal. Es decir, conseguir hacer una película “normal” siguiendo las pautas del voto de castidad. Cumple todas las normas, rueda en 16mm y afirma que sólo se escabulló del manifiesto poniendo unas gallinas en una granja que no tenía gallinas. El resultado es un film de aspecto mucho más convencional, encuadres tranquilos e iluminación cuidada, lo que no quiere decir que la iluminación de las dos primeras películas dogma no estuviera cuidada a su manera. Para Jacobsen el reto es hacer una película romántica con lo mínimo, el juego es seguir las reglas pero obtener un resultado lo más americano posible… Quizá el más malévolo de todos, pues en una película más al uso pretende obtener el resultado de las grandes producciones con los mínimos recursos. Y es que para el director, la gracia del asunto residía en recobrar el control de sus propios proyectos que anteriormente veía tergiversar por los productores.
La película trata sobre Karsten, que se había hecho para si una vida con futuro en Copenaghe. El día después de su boda recibe una llamada que le comunica la muerte de su padre, al que hacía 10 años que no veía. Deberá volver a la granja de la familia en Lolland, la región más deprimida de Dinamarca, para cuidar de su hermano retrasado y solo. Por otra parte Liva, una prostituta de lujo vive angustiada por unas incesantes llamadas telefónicas de un pervertido, además debe cuidar de su hermano menor que está continuamente metido en problemas. Liva huirá a Lolland atendiendo un anuncio que había puesto Karsten en el periódico para cuidar de su hermano. Acabarán viviendo los cuatro juntos ocultando su pasado, todos menos Rud el hermano de Karsten que llegará a parecer el más cuerdo de todos…
Cuando Lars Von Trier trataba de convencer a Soren de formar parte del dogma, éste le preguntó qué había detrás de todas esas normas. Trier le contesto que: “ Trata de que tú y yo recuperemos el placer de hacer películas…” Esto le pareció perfecto al director y se unió al grupo. Hay que mencionar que Jacobsen, que supera la cincuentena es mucho mayor que el resto de los firmantes, con un mayor recorrido a sus espaldas y más escéptico en cuanto al manifiesto. El cual toma como un medio para rodar rápido, ya que no tiene que preparar escenarios o instalar iluminación. Le permite centrarse en el trabajo con los actores, ya que el trabajo de éstos se vuelve crucial cuando se graba con sonido en directo. Y, lo más importante, tiene un control total sobre su obra. Al igual que Trier y Vinterberg se instala con todo su equipo en el lugar donde está ambientada su película y rueda 8 horas al día 8 a 10 secuencias. El trabajo más duro se lo lleva el cámara que deberá cargar con la cámara al hombro durante esas 8 horas. Pero él prefiere el resultado del celuloide, pues dice, no se imagina en una granja rodando con una cámara de video. Y aunque le queden los interiores rojizos, argumenta, “¿acaso no es rojo el amor?” y de eso va la película.
Si para los otros el manifiesto era un medio y un fin, para Jacobsen quizá sólo sea un medio, o una liberación. No obstante el resultado del sistema vuelve a producir el mismo resultado, interiores muy íntimos, sonidos reales. Y al fin y al cabo la dependencia de una historia que trata sobre personas y cuenta una historia bien contada. Una película social que quizá no hubiera sido muy diferente sin el dogma pero que sin duda no habría sido la misma. Mifune está más alejada de experimentos y está centrada en un aspecto concreto de la intención de dogma95, volver a los actores, a las historias, a la simpleza cinematográfica esquivando los artificios y efectos que relegan a un segundo plano los aspectos anteriormente citados.
Estas 3 películas, las 3 primeras, ejemplifican lo que fue el dogma y para qué existió el dogma. Y fueron, con diferencia además, las que mayor éxito cosecharon. Aparte de ellas poco más queda del dogma hoy día.