A comienzos de la década de los 90 dos hechos no relacionados cambiaron el fútbol tal como se conocía hasta ese momento. Uno de ellos fue la creación de la Champions League junto a su modelo de negocio, el otro la ley Bosman. Debido a estos dos cambios, los equipos que en ese momento destacaban adquirieron un estatus dominante más o menos permanente, dando fin a una cierta rotación de equipos dominantes que se había dado hasta entonces. Clubes que habían ganado la Copa de Europa con anterioridad, como el Nottingham Forest, el Aston Villa, el Hamburgo, el Steaua de Bucarest, el PSV Eindhoven o el Estrella Roja, no han vuelto a la primera línea del fútbol europeo. Sin embargo todos los ganadores desde la fundación de la Champions League han estado presentes en la élite desde entonces. ¿Qué es lo que cambió?
Cambió el modelo de negocio. Los equipos que podían acceder a la élite se repartirían los pingües beneficios de la nueva Champions League, aumentando su diferencial competitivo en las ligas locales, asegurando así su presencia en competiciones europeas año tras año. Pero el dinero de la televisión era sólo un pequeño pedazo del gran pastel. La Champions League lideró la comercialización del fútbol de clubes europeo fuera de Europa, abriendo a los clubes un inmenso mercado en expansión, concretamente el mercado asiático. Lo que permitió multiplicar los ingresos comerciales a aquellos equipos que tenían en ese momento una exposición mediática preferente durante este tiempo. Aumentando exponencialmente el presupuesto de los equipos que han dominado el fútbol europeo las últimas dos décadas. El Real Madrid, Barcelona, Bayern, Manchester United, Chelsea, Arsenal, Juventus, Milan, Borussia Dortmund, Liverpool e Internazionale. A los que habría que añadir al PSG y al Manchester City como casos especiales a rebufo del modelo Chelsea. Pero volveré sobre esto más adelante.
El segundo gran factor de cambio fue la ley Bosman, que dinamitó el mercado de jugadores, ya fuera por su aplicación directa, el libre movimiento de jugadores comunitarios, o por la apertura generalizada al resto de países que supuso a posteriori. Hasta entonces un buen trabajo de cantera era esencial y sin una buena generación de jugadores del propio país era imposible alcanzar el éxito en el futbol europeo. Por contra, una buena generación de jugadores aupó a equipos como el Benfica, el Celtic, el Estrella Roja o el Steaua a conseguir la Copa de Europa.
Con la ley Bosman aquellos equipos que ahora disponían de unos recursos económicos muy superiores, podían además utilizar este dinero para fichar a los mejores jugadores que consideraran. Lo que multiplicó su capacidad para mantenerse en la élite y perpetuar su preeminencia económica.
Los grandes beneficiarios fueron los equipos dominantes de las grandes ligas en aquel momento. Por ejemplo: el Manchester United, que hasta 1992 había conseguido 7 títulos en la liga inglesa, ha conseguido otros 13 desde entonces. O 4 el Chelsea, que sólo había conseguido uno antes. El Real Madrid y el Barcelona habían ganado un 58% de las ligas hasta 1992. Desde entonces han ganado un 78% de las ediciones. El 90% en los últimos 10 años. Mientras que en Alemania se establece el dominio del Bayern de Munich, con el Borussia Dortmund como actor secundario.
Los 10 equipos con más ingresos en 1997 siguen estando entre los 20 con más ingresos en 2016. Mientras que los primeros puestos año tras año son prácticamente para los mismos equipos. Sin embargo los ingresos de los mismos se han multiplicado por 10 en el mismo periodo.
Este último año, para el Real Madrid, el equipo que más ingresos generó, la venta de entradas sólo supuso un 22% del total. Otro 9% se deriva de su rendimiento deportivo en la Champions League. El resto no están relacionados con su actuación deportiva.
Por lo que, para acceder hoy a la élite del fútbol, un equipo debe asegurarse un gran contrato de televisión y cuantiosos acuerdos de patrocinio, pues son la mayor parte del sustento económico de los clubes de la élite. Alejándolos de forma abismal del resto de equipos de las ligas nacionales o de los equipos punteros de las ligas menores. Sólo el modelo Chelsea, que han seguido Manchester City y PSG ha permitido a equipos “nuevos” acceder a la élite económica. Que consiste en una inversión multimillonaria por parte de sus dueños hasta asentarse deportiva y económicamente en la élite. Una vez ahí los equipos deberían poder mantenerse por si mismos, aunque estaría por ver si serían capaces desprovistos de sus mecenas.
Mientras tanto, los equipos históricos de ligas menores se han visto apartados de la élite. Incluso los equipos punteros de las ligas de segundo nivel se han visto relegados a un rol secundario, salvo actuaciones muy esporádicas. De esta forma los equipos portugueses, franceses (con la excepción particular del PSG), holandeses o ucranianos desde hace tiempo luchan por acceder a los 16 mejores como mayor éxito. Y ligas como la rusa o la turca, pese a su notable ascenso económico, no han conseguido reducir la brecha económica que les separa de los grandes equipos de España, Inglaterra, Alemania o Italia. Todo lo contrario, la diferencia sigue aumentado.
Sólo 3 equipos, excluyendo a los 4 grandes países, han ganado la Champions League desde que se creó. Dos de ellos en los 4 primeros años de la misma, el Olympique de Marsella y el Ajax, más adelante reducidos a meros comparsas. Sólo el Oporto ha conseguido la proeza de romper la hegemonía del futbol europeo desde entonces. ¡¡Un caso en 20 años!! Y sólo al alcance del mejor equipo de la quinta liga en discordia, deportivamente hablando.
La Premier League inglesa se ha conseguido reinventar como la segunda gran competición tras la Champions League (muy por encima de la Europa League). Repartiendo de forma razonable sus ingresos entre los equipos de la liga está consiguiendo aupar a sus equipos secundarios al top europeo. Así coloca ya 9 equipos entre los 20 con más ingresos en Europa. ¡Y 17 entre los 30 primeros!
El aumento de la competitividad económica media de los equipos ingleses está poniendo más difícil el dominio de los equipos ingleses que formaban parte de la élite europea hasta ahora. Liga inglesa aparte, los protagonistas habituales de las ligas italiana, española y alemana seguirán siendo los mismos. Copando el resto de puestos preferentes en el ranking de ingresos del fútbol europeo.
Sólo el Atlético de Madrid y Schalke entran en el top 20 como tercer equipo español y alemán. En el caso del Atlético especialmente gracias a su excelente rendimiento deportivo que habrá que ver si logra transformar en estatus económico.
Fuera de las 4 ligas punteras más PSG, sólo entra en este top 30 el Galatasaray en el puesto 21º.
Por lo que, a medio-largo plazo seguirán siendo los mismos equipos los que seguirán aspirando a ganar la Champions League. Sólo el resto de los equipos ingleses tendrían ahora mismo capacidad económica suficiente para escalar a la primera línea del futbol mundial y mantenerse ahí. Aunque la propia competitividad en la Premier League les pueda lastrar en la Champions League.
¿Qué conclusiones se pueden sacar de ésto? Primero, que el éxito económico de la Champions League está perjudicando la competición equitativa en las ligas domésticas. Las ligas punteras, para mantener su relevancia como tal, deberían imitar a la inglesa y aumentar el nivel competitivo económico de todos los equipos, ante el riesgo de acabar devaluándose como una liga menor.
Para las ligas emergentes no hay otra salida que tratar de seguir creciendo hasta conseguir colocar a algunos de sus equipos en la élite. Francia, Rusia o Turquía tienen las economías y población necesarias, pero sólo eso no basta. Hace falta algo más que, por ahora sólo el Oporto ha sabido encontrar.
El resto de ligas sólo tienen una salida, a mi juicio, y siempre desde la perspectiva de intentar colocar equipos en la élite. Que es crear ligas regionales. Sin duda ago muy complicado, posiblemente irrealizable. Por ejemplo costaría imaginar a los equipos divididos por la guerra de Yugoslavia compitiendo de nuevo juntos, pero es la única opción que tienen el Partizan, el Estrella Roja o el Dinamo de Zagreb de volver a la élite. Búlgaros, rumanos, húngaros o albaneses podrían competir en esa misma liga. De la misma forma unir las ligas holandesa y belga (más la luxemburguesa) ayudaría a los equipos históricos de ambos países. Evidentemente esto es una quimera, por lo que grandes equipos de la historia del fútbol europeo seguirán relegados a un escalón menor.
Y por concluir con la reestructuración utópica del futbol europeo los otros grandes olvidados… Tan cercanos geográficamente y tremendamente alejados por la configuración mundial del fútbol. Marruecos, Argelia, Túnez y Egito tienen ligas potentes (a escala africana) y equipos que podrían ser competitivos en ese segundo escalafón del futbol europeo. Su relación futbolística con el África subsahariana es igual o menor que la que pueda tener el fútbol europeo. Y el potencial que tendrían, de abrírseles las competiciones europeas, sería inmenso. Mientras que los viajes a lo largo de Europa serían más cortos que los que realizan en las competiciones africanas. Sin embargo la distribución continental de la FIFA lo impide. Bueno… Tampoco impide que Kazakhstán compita en Europa, Australia en Asia y Surinam y las Guyanas en América del Norte… Pero claro, los señores que trabajan en la FIFA y en las federaciones están tan pendientes de llevarse el dinero a los bolsillos que pierden oportunidades de llevarse aún más dinero a los bolsillos.
La otra alternativa sería aquella liga europea de la que se habla de cuando en cuando. Sólo para separar aún más a la élite del resto. Algunos incluso sueñan con un sistema cerrado como el americano.