En un rincón apartado de ese deporte tan peculiar que es el ciclismo se encuentra el ciclocross. Una preciosa y espectacular disciplina casi desconocida en España. Este pasado fin de semana se disputaban los campeonatos del mundo de ciclocross en Zolder, Bélgica. Y cuando todos los aficionados del barro esperaban el duelo estelar entre Wout Van Aert y Mathieu van der Poel, en el día de la despedida del legendario Sven Nys, saltaba una horrible, nefasta, catastrófica y abominable noticia. ¿Exagero? ¡No!
Se había descubierto un motor camuflado dentro de la bicicleta de Femke Van den Driessche durante la carrera femenina sub23. (Noticia)
He tardado en escribir sobre el asunto debido a que sólo se habla de ciclismo cuando hay escándalos y no quería hacer lo mismo. Esa es la razón por la que no voy a enlazar noticias de periódicos españoles que sólo se acuerdan del ciclismo cuando pueden explotar el morbo del dopaje. Sin embargo, es un hito que va a marcar un punto de inflexión en la historia del ciclismo. Ya que, aunque la posibilidad real del uso de motores en competición es muy pequeña y con este caso va a serlo aún menor, la duda va a quedar presente una vez más, como un nubarrón oscuro amenazando lluvia continuamente.
La posibilidad de introducir un motor en el cuadro de una bicicleta convencional es posible desde hace tiempo. Las pegas que tenía, para los tramposos, eran su escasa potencia o autonomía y el ruido que generaba. Parece que estas limitaciones han sido superadas y se ha avanzado incluso más allá.
Los motores silenciosos tienen suficiente potencia para suponer una ventaja esencial en momentos puntuales de las carreras. Ya que su autonomía no permitiría su uso durante toda una etapa. Por tanto su uso es factible y supone una mejora en el rendimiento.
Sin embargo, a diferencia del dopaje médico, el dopaje mecánico es mucho más fácil de descubrir y demostrar la intención del dopado. Quizá las carreras amateur fueran las que pudieran tener más problemas para costear el escaneo de todas las bicicletas. Además, el dopaje mecánico no puede llevarse a cabo de forma individual. Exige que, al menos, un mecánico del equipo sea consciente. Y probablemente sea algo difícil de ocultar al resto de mecánicos y, en definitiva, al resto del equipo. Por lo que tendríamos que hablar de un dopaje organizado dentro de los equipos. Lo que ha demostrado tener sus riesgos con el dopaje médico. Por contra, el ciclocross es un deporte más individual donde la trampa puede ser ocultada de forma más sencilla.
Pienso que, lo mismo que es casi seguro que en alguna ocasión se haya utilizado, no puede ser algo cuyo uso esté extendido. Más ahora que, con este escándalo se ha probado que se puede descubrir y que, probablemente, se vaya a hacer un análisis más exhaustivo de las bicicletas en el futuro.
¿Por qué es más grave el dopaje mecánico que el dopaje médico? El dopaje médico es algo inherente al deporte de competición y permite mejorar la capacidad del cuerpo humano para rendir en una competición dada. El dopaje mecánico desvirtúa hasta tal punto la competición que ya no se puede llamar ciclista a un sujeto que, en realidad, está compitiendo con una moto. Si el ciclismo quiere sobrevivir como deporte debe eliminar cualquier duda a este respecto. El daño que están haciendo y pueden llegar a hacer los motores en el ciclismo puede convertir a este deporte en una mofa. Perder la poca credibilidad que le quedaba.
Por ello las sanciones deberían ser ejemplares, empezando por Femke Van den Driessche. Prohibición de por vida de competir en cualquier tipo de competición ciclista y una sanción económica equivalente a TODOS los ingresos que ese ciclista haya obtenido en su carrera ciclista. Las mismas sanciones se deberían aplicar a los mecánicos y demás personal involucrado. Es la única forma que los equipos y los mecánicos sean los primeros interesados en comprobar que sus ciclistas no hacen trampa.
Con esto no pretendo justificar el dopaje médico frente al mecánico. Considero que las sanciones deberían ser similares. El problema es que, con el consumo de sustancias dopantes, todo es mucho más difícil de probar. Para empezar, probar la implicación de otras personas es imposible a no ser que el ciclista confiese o se haga una investigación policial. Pero con el dopaje médico las sanciones también deberían ser de por vida con aquellas sustancias que sólo se puedan encontrar en el organismo en caso de un dopaje intencionado. Mientras que se pueden mantener sanciones menores para aquellas otras que se puedan deber a negligencias o contaminaciones. Aquellas sustancias que están presentes en productos accesibles para el consumo y que los ciclistas(y sus médicos) tienen la responsabilidad de estar pendientes de no consumirlas.
Hay quien considera que las sanciones de por vida son excesivas, pero estamos hablando de prohibiciones para competir, no estamos hablando de penas de cárcel. Y no sólo estamos hablando de justicia deportiva y castigar a los infractores, estamos hablando de devolver la credibilidad al deporte. Cualquiera que lea declaraciones de hace 25 años sobre el dopaje se sorprendería. En el ciclismo se ha castigado el dopaje con perdidas de tiempo en la general hasta hace no tanto. Sin embargo, el desarrollo y generalización del dopaje en los años 90 y el primer lustro del siglo XXI puso en serio peligro el ciclismo como deporte y espectáculo. Las sanciones no son para castigar a los culpables, sino para defender al resto y su credibilidad como ciclistas. Nada hizo más daño a los deportistas españoles que el que se ocultara la identidad de la mayoría de los implicados en la Operación Puerto. Gran parte de los ciclistas y la totalidad del resto de deportistas implicados fueron ocultados por el entonces ministro de cultura y deporte Jaime Lissavetzky, sembrando la duda sobre la totalidad del deporte español. Probablemente la peor gestión posible de imaginar que un ministro de deporte pudiera hacer. Y que ilustra perfectamente la cultura política de este país y el talante del Psoe. Proteger a los infractores a costa del resto.
Para empezar ya, cada vez que un ciclista se cae y las ruedas siguen girando, se multiplican los videos en youtube y las acusaciones de dopaje mecánico. Señores, hay una cosa llamada inercia. Es la responsabilidad de todos los implicados en el ciclismo, desde los corredores hasta los aficionados fieles, de mantener la cordura y mantener la calma. No sembremos vientos…