(Crítica publicada en CantabriaConfidencial en diciembre de 2006)
Dirección: Yasujiro Ozu
País: Japón.
Año: 1942
Género: Drama
Reparto: Chishu Ryu (Shuei Horikawa), Shuji Sano (Ryohei Horikawa), Shin Saburi (Yasutaro Kurokawa), Takeshi Sakamoto (Makoto Hirata) y Mitsuko Mito (Fumiko).
Guión: Tadao Ikeda, Yasujiro Ozu y Takao Ynai.
Producción: Sochiku.
Música: Kyochi Saiki
Dirección de fotografía: Yuuharu Atsuta
Montaje: Yoshiyasu Hamamura
Duración: 94’
Blanco y negro, sonido mono, japonés.
EL PADRE AUSENTE.
Es una suerte poder ver una película de Ozu en pantalla grande, aunque aún tendremos que esperar a ver cuál es la verdadera difusión por las salas de este reestreno. La película, restaurada, tiene un sonido algo estropeado y la imagen algo gastada, en ocasiones nos encontramos sin un foco que, supongo, habrá que achacar al deterioro de las copias existentes. Sin embargo esto no impide ver la película sin problemas.
La obra es una expresión de la cotidianidad de la vida de un profesor de instituto y de su hijo. Cuya relación está basada en la admiración y el respeto. Cuando uno de los alumnos del padre muere durante una excursión, éste decide abandonar la enseñanza ya que ha perdido la fe en si mismo para poder seguir llevando a cabo su profesión.
Su depresión le empuja a dejar a su hijo interno en la escuela e ir a buscar una nueva vida en Tokio. Desde entonces el mayor deseo del hijo será volver a vivir con su padre, disfrutando al máximo los pequeños momentos que pasa con él. Sin embargo sus estudios(escuela, instituto y universidad) y luego su trabajo se lo irán impidiendo.
El principal valor de la película es la crítica de una sociedad donde los hombres actúan con rectitud y hacen lo que deben en todo momento, viviendo con la certeza de ser felices, pero con la desdicha de que, para conseguirlo, han tenido que renunciar a las cosas que realmente les habrían otorgado la felicidad.
A destacar el uso del sonido con intención cinematográfica como lenguaje propio ajeno a la imagen en la película. Recordemos que el cine sonoro tardó en asentarse en Japón y Ozu había hecho su primera película sonora sólo 6 años atrás.
Un ritmo pausado, para nada aburrido, un maravilloso juego de encuadres con el uso de marcos aprovechando las puertas y paneles típicos de las viviendas japonesas y un retrato convincente de la sociedad japonesa hacen de la película una obra de interés y atención dentro de la lejana(en el tiempo y en el espacio) filmografía de Yasujiro Ozu.