(Crítica publicada en CantabriaConfidencial en mayo de 2007)
Dirección: Sebastián Cordero
País: Mexico, Ecuador.
Reparto: John Leguizamo, Leonor Watling, Damián Alcázar, José María Yazpik, Henry Layana, Camilo Luzuriaga…
Guión: Sebastián Cordero
Director de Fotografía: Enrique Chediak.
Director de arte: Eugenio Caballero.
Música: Antonio Pinto
Montaje: Luis Caballar
Productor: Alfonso Cuarón, Jorge Vegara, Guillermo del Toro, Berta Navarro, Isabel Dávalos.
Año: 2004
Duración: 108′
Español, Color, 1.85:1, Dolby Digital.
En busca de noticias.
Últimamente llega buen cine desde México. Ésta es una interesante película producida por Alfonso Cuarón y Guillermo del Toro, dirigida por el menos conocido Sebastián Cordero.
Un equipo de reporteros de un canal latino de Miami están en un pueblo de Ecuador haciendo un reportaje sobre un asesino en serie que ha matado, violado y torturado ya a más de un centenar de niños. Están grabando en el entierro de los tres últimos niños encontrados cuando otro niño es atropellado accidentalmente. El pueblo, en estado de histeria colectiva, intenta linchar al conductor, que queda bastante malherido pero vivo gracias a uno de los reporteros. El conductor acaba en la cárcel junto a quienes intentaron lincharle y teme por su vida. Así que decide hablar con los reporteros, ellos harán un reportaje para exculparle de toda responsabilidad, a cambio les contará algo que nadie sabe, algo sobre “el monstruo”, el asesino…
Lo más interesante de la película es el mundo donde trascurre, un pueblo deprimido de Ecuador, que bien podría ser cualquier barriada pobre de Sudamérica. Y sus habitantes. La recreación de un mundo oscuro y además atemorizado por la actividad de un asesino insaciable. (No hay que pensar mucho para encontrar lugares reales donde esté ocurriendo algo parecido como Ciudad Juárez) La reacción de la población y la indefensión, la noticia y la búsqueda de la verdad. La película explora la forma como los medios de comunicación trasmiten la noticia, informan, participan de ella y acaban formando parte de lo noticiado. Convirtiéndose en los creadores de la misma. La película habla de la distancia que debe haber entre los medios y su noticia para que esta sea trasmitida de forma objetiva, para que el reportero no acabe formando parte de la misma y evitar manipularla, tergiversarla y acabar por transformarla. De no ser así, sin duda cuando ésta aparece en los medios se convierte en verdad, única realidad. Lo ocurrido de verdad no es más que un hecho sin importancia y si acaba aflorando y salpicando a los periodistas, dará igual, ya estarán muy lejos con otro asunto.
La intensidad dramática y narrativa de la historia, de los personajes y de los actores que interpretan a los habitantes del pueblo devora a los personajes de los reporteros, que parecen peor interpretados en base a un problema que parte del guión. Donde las historias de éstos, lo líos amorosos e idas y venidas quedan ridículas ante la magnitud de los hechos que les rodean. Sólo al final, cuando están tan inmersos como la gente del pueblo en el asunto y la película se olvida de rollos de poco interés, estos personajes y su parte de la historia alcanzan el nivel del resto de la misma. Un continuo debate sobre la forma en que se consigue una noticia y la relación entre el reportero y su noticia. La ética, el sensacionalismo y la necesidad de transmitir la realidad.
Si a esto le añades una concepción visual y una realización acertadas se obtienen imágenes tan escalofriantes como las del linchamiento. Diferente, sencillo y completamente distinto a los excesos visuales de Hollywood, y con una efectividad dramática y visual sin discusión.