Comienza un año nuevo y comienza una nueva temporada ciclista. Y con la nueva temporada se estrena un nuevo ranking que viene a intentar solucionar uno de los muchos problemas de diseño que tiene el ciclismo profesional. Este nuevo ranking denominado World Ranking viene a copiar el sistema ATP u otros rankings de ciclismo no oficiales como cqranking. Contabilizará todas las carreras ciclistas del mundo reguladas por la UCI, es decir, desde el Pro Tour hasta las carreras .2 (pasando por las .HC y las .1) y sumará todas las carreras disputadas en los últimos 12 meses. De esta forma tendremos un ranking anual cada semana, a diferencia de los rankings actuales.
Para no variar con su «buen quehacer» introduce en esta nueva clasificación mundial una serie de injusticias o «cagadas» que van más allá de lo que sería un debate sobre la ponderación de las carreras y los resultados dentro de las mismas. Se sobrevaloran sobremanera carreras de nuevo cuño como el Tour Down Under y los GP de Montreal y Québec frente a los monumentos a los que se equipara, o pruebas tradicionales como la Vuelta al País Vasco o Cataluña, que quedan un escalón por debajo. No voy a profundizar más en estos errores en los que la UCI parece incidir en su intento desesperado de no hacer nada bien del todo. Pues ese no es el objetivo de este análisis.
El nuevo ranking, pese a sus pegas, viene a solucionar un problema mucho mayor. Y es que, desde que se implantó el Pro Tour en 2005, no ha habido un sistema oficial para clasificar los resultados del ciclismo en un solo ranking. Y esto, no es una minucia, pues es relevante para cuestiones más importantes que descubrir quién es el mejor ciclista del año.
Al instaurar el Pro-Tour, la UCI, creo el Pro Tour Ranking, donde sólo se contabilizaban las carreras de la élite del ciclismo, el Pro-Tour. Y unos ranking continentales para contabilizar el resto de carreras separadas por continentes. Esta idea, no demasiado buena, se empeoró notablemente al ejecutarla de una forma absurda. Los corredores de los equipos Pro-Tour sólo aparecían en el ranking Pro Tour y sus resultados en el resto de carreras no se registraban en ningún ranking. A la inversa sucedía con el resto de ciclistas. Además un ciclista podía aparecer en los distintos ranking continentales, pero sus resultados globales nunca se sumaban. Lo mismo sucedía con los equipos. En cambio los rankings por países sólo se registraban en el circuito continental de cada país. Si no lo han entendido muy bien no creo que sea culpa suya o de mis habilidades explicándolo. Es un sinsentido. Y digo es, porque sigue existiendo. El nuevo sistema se añade al viejo, no sustituye a nada.
El resultado de este sistema produjo múltiples injusticias. Muchas de las cuales me olvidaré de mencionar o quizá no haya llegado a reparar en ellas. Las más destacables son que, al compartimentar el ciclismo, se valoraba el rendimiento de los ciclistas, equipos y países en unas parcelas carentes de criterio o sentido dentro de la competición ciclista. El campeón del Pro Tour era el mejor de las carreras con más solera, además de las nuevas carreras que la UCI introdujo en esta máxima categoría. Mientras que los circuitos continentales quedaban para aquellos que despuntaban en el resto de carreras sin contar a los Pro Tour, lo que por supuesto desvirtuaba completamente algunos ranking, especialmente el europeo. Perjudicando claramente a aquellos países cuyos mejores ciclistas competían en la élite y no en sus países de origen. Por ejemplo Kazakhstán, Sudáfrica o Canadá. Incluso, en algún caso, algún país habría sacado más puntos en otro circuito continental distinto al suyo. Pues no tenía sentido dividir los rankings por continentes cuando no hay ninguna división continental en la competición ciclista. Como no tenía sentido la división por categorías pues algunos equipos continentales disputaban carreras Pro-Tour y los Pro-Tour seguían disputando carreras continentales.
Estas divisiones absurdas tuvieron como resultado un reparto de cuotas bastante sui géneris e injusto cara a los campeonatos del mundo. Llegando al extremo de que algunos países con bastante potencial no lograban su entrada vía Pro Tour por poco (Noruega, Suiza), mientras que en el circuito europeo no tenían buenos resultados pues casi todos sus corredores competían al nivel Pro-Tour y no puntuaban en el circuito europeo. Otros como Sudáfrica o Kazakhstán deberían ser las potencias destacadas de sus continentes, pero sus corredores competían bien en el Pro-Tour, bien en el circuito europeo. Incluso algún país africano pudo haberse clasificado en el circuito europeo si sus puntos hubieran valido, mientras que no sumaba puntos suficientes en el circuito africano. Durante 10 años nos hemos encontrado con países modestos con dificultades para encontrar ciclistas de nivel para cubrir la cuota que les había tocado, mientras otros países con grandes corredores y tradición acudían con 3, 2 ó 1 corredor, o incluso se quedaban fuera. Es el caso de Sergei Lagutin, que pese a competir en el Pro-Tour nunca consiguió que su país, Uzbekistán, se clasificara. Fue una de las razones por las que se acabó nacionalizando ruso.
No fue el final de los dislates de la UCI. Con sus rankings absurdos no habría hecho tanto daño si no los hubiera utilizado para su, también absurdo, sistema de ascensos y descensos del Pro-Tour. Entonces los equipos tuvieron que «buscar» puntos fichando corredores que los tuvieran. Y teniendo en cuenta el sistema que habían montando resultó que no había consonancia entre el interés deportivo o el nivel competitivo de los ciclistas y su número de puntos. De forma que hubo equipos que rapiñaron puntos de corredores iraníes, marroquíes, griegos o corredores veteranos y de segunda fila de países más tradicionales, pero que habían conseguido sus puntos en carreras de tercera categoría. Así el Euskaltel se cargó su tradicional filosofía de utilizar sólo corredores vascos para poder aferrarse al Pro-Tour. Como resultado sus oportunidades llegaron a estos ciclistas de forma innatural y, a la postre, sus equipos les dieron de lado sin apenas oportunidades de competir. Por suerte, pero por desgracia, este sistema que iba a atraer grandes inversores al ciclismo ha resultado ahora en que hay más plazas en el Pro-Tour(18) que equipos deseando estar (17), con lo que ya no tiene sentido la pelea por los puntos, evitando así uno de los episodios más grotescos de los historia del ciclismo.
El nuevo ranking aún estando mal hecho, que lo está, al menos pondrá fin a estos disparates.